.Quiero agradecer al comité de ética de esta institución en la presencia de su equipo directivo y mi amigo Rafael Calcaño por haberme invitado a presentar algunas ideas sobre el tema de la ética en la administración pública, en este Ministerio de Hacienda
El punto de partida de esta reflexión está dirigida al ethos, casa o lugar, que como esta tiene sus propias tareas y mientras así sea no podrá dedicarse a otras. Su ethos gira alrededor de la política fiscal del país, en tanto ejecución y evaluación de la misma. Ese es su ethos
Muchas tareas se desprenden de esta tarea y quienes la demandan son ciudadanos, unos de a pie otros no tanto, pero clientes, usuarios que piden a sus gobernantes y a sus servidores públicos que les sirvan diligentemente.
Con frecuencia oímos mencionar los términos ética y valores como si fueran necesariamente dos viejas amigas que son inseparables y no lo son.
Cada cual tiene su definición, su espacio y sus formas de interactuar. La ética como es sabido por todos se refiere al ethos, a las costumbres que sin lugar a duda tiene que estar referida a la búsqueda del bien común, del bien del otro que en este escenario es un cliente.
La gran problemática que presenta la administración publica reside en la perdida de confianza. Si en una entidad o algunas personas de una institución publica es señalado de corrupto, si una practica es calificada de irregular se tiende a generalizar, “todos los empleados públicos son ladrones”, lo cual no es cierto, pero es difícil de convencer a los críticos. Ese es parte del trabajo de la ética en la administración pública.
En 1995 el primer ministro británico conformo una comisión con el solo objeto de restablecer la confianza del publico en sus servidores públicos, se conoció como el informa Nolan, por el apellido del juez que la presidia. En resumen, podemos decir que se presentó un código de comportamiento que hoy equivaldría a los códigos de comportamiento institucional que algunos llaman códigos de ética.
Hoy se reconoce como el informe Nolan o como los siete principios de la vida pública: Capacidad de asumir el interés público, integridad, honestidad, responsabilidad, objetividad, transparencia y capacidad de decisión.
Un código de carácter propositivo y un gestor del mismo como son las comisiones de ética pública podrían trabajar a favor de rescatar el valor perdido y la desconfianza que predomina en unos lugares mas que en otros. Antes nunca hubiera pensado que en el país se podía corregir la emisión de la placa de los vehículos, era caótico, había soborno, irrespeto y utilizando las mismas vías, pero en sentido contrario hoy es un modelo de eficiencia y honestidad. Hay controles, entro la tecnología y la voluntad política.
Pocas personas tienen quejas ni dudas, es posible rescatar la confianza, deslindado a los que cumplen de lo que no. Pero es un trabajo articulado no desde los códigos punitivos, sino desde la propuesta del bien hacer.
Si hacemos una revisión de muchos de los códigos existentes veremos que tienen un sesgo punitivo mas que propositivo, si hacemos una encuesta interna pocos lo conocen, lo respetan o lo cumplen. Recién trabajamos con el código en el Inabima (Instituto nacional de bienestar magisterial) con esta nueva visión de manera participativa y exitosa.
El llamado es a ser éticos y morales pero los obstáculos para serlo en la administración publica inician por la desconfianza, por la burocracia excesiva que el usuario traduce como trabas, el peloteo de un lugar a otro, cosa que cuando se empieza a corregir con ventanillas únicas con servicios centralizados y digitales renace la confianza que no es mas que el planteo que hace el informe Nolan. Resolver de manera eficiente y honesta
El usuario no quiere saber si el servidor es religioso, buena gente o casado por la iglesia, ahí lo que quiere son soluciones serias y transparentes a sus necesidades, que el servidor tenga conciencia de que es un administrador de la cosa pública y que uno de los socios de la empresa esta solicitando un servicio y no molestando a un ocupado empleado.
Es “tratar a las personas como fin y no solo como medios”, es lo que exigimos cuando salimos del trabajo y hacemos fila en la oficina del frente, ahora como clientes y no como servidores, es el llamado sentimiento moral en que nos ponemos en el lugar del otro.
Los comités de ética tienen un papel muy importante pues les corresponde gestionar los códigos y promover una cultura ética entre los servidores y eso tiene que hacerlo a través de programas educativos al interior de las instituciones públicas, no solo para el comité sino para todo el personal.
Trabajar sobre códigos propositivos ya que la tendencia natural parece ser dejarnos llevar por la represión mas que por la convicción de hacerlo bien. He combatido esos códigos desde siempre, ahora se van integrando cada vez mas convencidos por estos nuevos modelos.
Termino con una cita de la maestra Adela Cortina al respecto:
“De ahí que los códigos de ética no deban aumentar el número de leyes, ni los comités de ética multiplicar el número de sanciones, sino más bien reflexionar en voz alta sobre cuáles son los valores con los que se eleva la moral de una profesión”
En este caso la profesión es la administración pública…. Este es el reto.