Habíamos criticado la incipiente oleada de telemedicina que se iba instalando en el país.

Veíamos como se alejaban el medico y el paciente, las enfermeras se hacían invisibles y el resto del equipo de salud se dispersaba.

Hubo resistencia de muchos clínicos a que le consultaran por teléfono, a que se enviaran fotos por el chat u otra modalidad de video.

Dimos razones y argumentos éticos a esta tendencia pero llego la noche y nos sorprendió.

La telemedicina es una realidad, se necesita en lo posible tratar a algunos agudos y crónicos sin que se expongan al covid yendo a la clínica o al hospital. Sin exponer ni al paciente ni al medico.

El principio fundamental es el de cuidar, no dañar.

Ahora hay que repensarlo todo y eso se lo dejamos a los clínicos y a las necesidades.

Los bioeticistas debemos pensar en sus argumentos morales para encauzar la técnica por los caminos del mejor beneficio del enfermo.

Por esa y otras razones dedicaremos algunas de nuestras breves notas a este tema.

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