Se ha puesto de moda la obesidad y proponga sea vista desde la bioetica.La palabra “obesus” proviene del latín y significa gordo, regordete o corpulento. La historia recoge determinados momentos en que tener una figura correspondiente esta denominación era un signo de salud y de belleza, tanto que hasta hace pocos años en nuestra cultura los niños gordos eran el sinónimo de estar en salud y los flacos de que algo andaba mal.
Probablemente el abordaje no deba hacerse desde la percepción cultural sino más bien desde la ética de la responsabilidad que es sustrato fundamental de la bioética. Los griegos siempre son un buen referente y en su definiciones clásicas entendían al médico como un curador del cuerpo, de la physis o naturaleza pero sobre todo un moralista.
No pretendían moralizar en el sentido actual del término sino que entendían que en la medida en que las personas conocían de la forma de cuidar su salud y no lo hacían faltaban a la moral y en la medida en que ellos lo curaban u orientaban para recobrarla hacían un acto moral.
La mejor prueba la ofrecen en el rezo del Juramento Hipocrático al comprometerse a cumplir con el “régimen de vida” que no era más que ajustar la dieta y el régimen de recomendaciones para que el paciente mantuviera el equilibrio entre sus comidas, ejercicios, sueño, vigilia, vida sexual, secreciones y excreciones, de manera tal que se mantuviera en salud.
La responsabilidad de mantener ese equilibrio para lograr la salud era de los pacientes y la de los médicos darle a conocer como hacerlo.
El tema de la obesidad tiene que referirnos directamente a esas fuentes ya que sobrepasar los límites con la ingesta y desbordar los parámetros de la masa corporal pone en riesgo la economía de todos los órganos del cuerpo haciéndoles que trabajen a marcha forzada y produciendo los daños por todos conocidos.
Bien sabemos que no es la única causa de la obesidad, que pueden intervenir elementos de índole genético, sicológico, sociales, que pudieran sobrepasar a la voluntad de las personas pero también sabemos que los nuevos tiempos van imponiendo regímenes de vida fundamentados en el sedentarismo, comida chatarra, instalación de un tipo de vida desordenada, muchas veces a conciencia de ello y bajo el alegato fatalista de que “de algo hay que morirse”
La ética de la responsabilidad coloca en manos del médico el deber de informar bajo la modalidad del consentimiento informado. Esto significa asumir la tarea de dar a conocer los detalles clínicos de la obesidad, los riesgos que la misma entraña para la salud toda del cuerpo y las formas posibles de evadirla, de combatirla o de prevenirla según el caso.
Esta misma ética y este mismo consentimiento informado ponen en manos del paciente la toma de decisiones. En la medida en que se le explica y comprende los detalles expuestos, pero sobre todo la relación de riesgos para su sistema orgánico, le corresponde la responsabilidad de decidir en lo relativo a su mejor beneficio.
Decidir en capacidad y competencia les permite entonces deliberar y la decisión puede ser a favor de responsablemente asumir el cuido de su cuerpo y de su entorno familiar o abandonarse y someterse al riesgo de las implicaciones de ello. Queda claro que la tarea del médico no será ya más la de imponer sus criterios beneficentistas a ultranza sino reconocer y respetar las decisiones, siempre y cuando el consentimiento informado haya sido bien hecho.
El llamado principialismo bioético da fundamento a lo antes mencionado en tanto tiene que reconocer y respetar la autonomía de los pacientes a tomar las decisiones que considere que son buenas para el o ella, independientemente del criterio médico, quien ya cumplió con su deber de informar sobre los riesgos y daños. La beneficencia desde la perspectiva bioética recuerda que el concepto del bien y de lo bueno es una categoría que tiene que ser definida por el paciente y ya no por el médico y que esta tiene que ser respetada, orientada, aconsejada desde el consentimiento informado, incluyendo la búsqueda de opciones como el apoyo emocional, que puede ser a la vez orientación y tratamiento pero que también incluye el respeto a la decisiones finales que tome el paciente.
Otros elementos que la Bioética debe tomar en cuenta es que esas opciones van a competir con un medio donde la industria que promueve la belleza crea paradigmas a través de las empresas de concursos de belleza donde nace la discriminación hacia aquellos que también son obesos y no por decisión y surgen compañías farmacéuticas y laboratorios de todas clases que ofrecen como panacea miles de anuncios y fórmulas para mantener los cuerpos que simbolizan los modelos esculturales.
La tarea fundamental será sentar las bases para crear una nueva ética que redimensione y redescubra al ser humano en su dignidad.
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