Foto por tinafranklindg / Attribution License
La bioética no dice nada, el que digo soy yo, afirmaría uno de mis profesores. Se anuncia que en el final de mes se aplicara la vacuna contra el VPH en niñas de 9 y 10 años en República dominicana, se espera tener una cobertura total a través de un acuerdo interministerial entre Salud y Educación.
Se resalta como dato importante que se hará previo a la aceptación de los padres, o sea que si estos se niegan no se hará.
La ley establece que los menores no tienen capacidad para decidir por tanto son sus padres quienes tienen que hacerlo y según el dato antes colocado ellos tendrán opción para hacerlo. La vacuna les protegerá de adquirir el cáncer uterino en el futuro y de las lesiones genitales. Los padres pueden negarse, pero ante tales evidencias de prevención, ante la sacralidad médica, ante la falta de educación sexual existente, dudo que haya muchas negativas. Eso se llama “consentimiento asustado”.
Aunque las niñas no puedan consentir legalmente, moralmente están obligados a informarles el proceso, las intenciones, los beneficios, los riesgos para que ellas no vayan a ciegas y se cuente con una aprobación previa, eso se llama “asentimiento”.
No es tan sencillo como decir que los padres decidan, si estos tampoco han sido informados de los riesgos sino en una campaña que destaca los indudables beneficios de la prevención.
Poner a los padres en la libertad de decidir no se llama consentimiento informado que es lo que procede en todo proceso que vincule la relación denominada medico paciente. Cuando se explica el procedimiento, los objetivos, los beneficios, pero también los riesgos (que los tiene), los padres podrán tener la posibilidad de asumir una postura responsable. Decidir desde el conocimiento cabal. Eso se llama consentimiento informado.
Que pasara si alguna de esas niñas estadísticamente cae en una de las consecuencias dañinas de los posibles efectos adversos, si antes no se hizo un consentimiento informado adecuado. Las próximas dosis estarían en duda, la campaña si está en curso haría aguas y la visión de las autoridades encargadas de aplicar la ética del cuidado será cuestionada y descalificada.
Algunos profesionales han informado que las niñas no deben opinar, que hay que insistir en los beneficios y que los padres estarán informados. Eso se llama “consentimiento engañado”
El consentimiento informado protege a los pacientes del paternalismo medico cuando se hace bien hecho, su objetivo real es informar de todos los detalles para que los responsables de decidir lo hagan desde la comprensión completa del proceso, por eso no es un formulario, ni una información tendenciada, es un camino que busca empoderar al dueño del cuerpo a que asuma decisiones sobre la propuesta que le hacen los profesionales.
Estas decisiones pueden ser de aprobación, de rechazo o de retiro del proceso en cualquier momento
Otra cosa fuera si estuviéramos frente a una epidemia, una pandemia, una inminencia del daño colectivo en que el estado que es el responsable del bien común tendría que asumir medidas coercitivas para evitar el daño. Aquí resulta lo inverso al no hacer el trayecto indicado, se vuelve a la regla clásica de imponer el bien.
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