La mala prensa que ambos han tenido en el campo de la salud y en la defensa de la vida en general han venido dado por los supuestos que implican. Armar ambos documentos desde una perspectiva punitiva pre supone que el personal de salud y muy en especial los médicos son todos tramposos y mal intencionados.

Hoy el ministerio de salud presenta un reglamento para prevenir y sancionar esas malas prácticas en las que incluye la negligencia, el incumplimiento, la irresponsabilidad en el cumplimiento. Por otro lado, la asociación que agrupa las ARS (ADARS) denuncia que médicos hacen trampas contra las ARS indicando procedimientos o prótesis inadecuadas o haciendo estudios en lugares predeterminados donde recibirían beneficios.

En cualquiera de los dos casos sería un gran y peligroso absoluto pensar que todos los médicos engañan, porque entonces cabe admitir que en las aulas universitarias las cosas andan muy mal, pues si el origen de la ética es la protección de los más débiles y los códigos y reglamentos de pautas de conductas para lograrlo, la catedra no esta logrando sus objetivos morales.

Ambos han sido mal entendidos. Cuando revisamos uno de estos instrumentos vemos que parten del concepto punitivo. Los códigos en realidad nacieron para movilizar el buen comportamiento de ahí que su redacción se exige sea hecho en un tono positivo. No es decir queda prohibido… sino el medico deberá….

El reglamento de hoy sanciona las inconductas y que bueno, pero debíamos invertir en la formación ética de las políticas de salud, de los médicos y personal de salud en su formación básica, en sus especialidades en su ejercicio.

Las ARS también, no solo los gobiernos, porque se deja todo a lo público identificándolo con lo malo y no necesariamente es así. Las clínicas privadas están llamadas a definir el mínimo decente de una atención ética que pasa no solo por el trato sino por la calidad del tratamiento.

Cuando trabajamos en programas como el denominado “por un hospital mas ético”, cuando se forman comités de bioética de la atención y la investigación, estamos apostando a sellar esta propuesta.

Ambos titulares en la prensa nacional dejan un sabor amargo, como el de pensar que todos los médicos engañan, que todos tienen que ser sometidos a un reglamento punitivo, pero no se ve por ningún lado como valorar lo opuesto de la negligencia que es la diligencia, el bien decir y el bien hacer.

Las políticas de salud deben de ser planteadas desde una visión bioética de su realidad.

 

 

 

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