Bioética

No es porque sean Testigos de Jehová. Todos tenemos valores y creencias que son propios de nuestra educación, del hogar, la escuela y la formación recibida de nuestros mayores. Ellos nos hacen ser de una manera y actuar en correspondencia.

En el caso de las religiones estas proponen a sus adeptos una serie de medidas y limitaciones que están acordes a sus fundamentos y estos a sus lecturas e interpretaciones de sus textos y tradiciones.

En el caso de los testigos de Jehová son fieles defensores de que sus miembros no sean transfundidos, ello ocurre tomando como base algunos textos bíblicos del Genesis y el levítico, donde se expresa que el alma reside en la sangre.

Desde su mundo de creencias tienen la libertad de ejercer de manera autónoma sus decisiones referentes a esta situación. Ya una vez, en un evento de bioética les oír decir “no queremos sangre pero no nos queremos morir”. El mito de que prefieren morir que ser transfundidos debe ser aclarado. No es cierto que quieren morir, quieren vivir, pero sin ser transfundido.

Eso es relativamente fácil de cumplir en países donde han creado hospitales atendidos por personal de salud pertenecientes a esa religión y donde reciben a pacientes de la misma denominación.

En el país ha generado conmoción cada caso que sale a la prensa, sobre todo si ocurre con niños. Santiago sentó precedentes cuando la justicia autorizo a transfundir a una menor, independientemente de la ardorosa defensa de los padres que eran miembros de dicha religión y argumentaban su responsabilidad en la toma de decisiones para no autorizar la aplicación de la medida en su hija.

De nuevo nos motiva lo ocurrido en el Hospital Oncológico Dr. Heriberto Pieter, cuando el periódico El nacional en su pagina 11 del 5 de enero del corriente año titula “Niño aun no recibe transfusión sangre debido a religión”.

En el desarrollo del articulo afirma que el niño de dos semanas de nacido padece de leucemia. El problema ético es que los padres se niegan a aceptar, los médicos dialogan para convencerles y la justicia delibera al respecto. Estas situaciones son el pan de cada día para la bioética y sus comités asistenciales.

Los hijos dependen de sus padres, estos saben los que les conviene para vivir y desarrollarse en salud. Los padres tienen que responder por su bienestar y la vida es el primer deber con el que tienen que comprometerse. Los menores de edad dependen de las decisiones de los padres, siempre y cuando estos estén vinculados a la búsqueda de su mejor beneficio y nunca a su perjuicio, a dañarles.

Cuando un padre maltrata a un menor de edad, aunque sea su hijo, el estado se lo quita, lo lleva a hogares sustitutos donde se garantice el bien hasta que haya condiciones que le den el bien requerido, cuando la vida este a resguardo.

 

Si un menor de edad es llevado por sus padres, no testigos de Jehová, creyentes o no a la emergencia de un hospital, y el medico diagnostica una peritonitis, o sea una inflamación del peritoneo y que la vida del menor esta en juego de manera inminente, el medico está en la obligación de tratar al menor, retenerlo, aun los padres se opongan.

El controversial articulo 37 de la constitución dominicana afirma que el derecho a la vida es inviolable desde el momento mismo de la concepción hasta la muerte, por tanto, corresponde al estado su defensa y en el campo clínico al personal de salud y de manera especial a los médicos tratantes.

Los menores de edad no son autónomos y su dependencia de los padres esta referido a la toma de decisiones que favorecen su vida y la calidad de la vida y nunca en contra de ella.

El artículo 42 se plantea que nadie puede ser sometido, sin consentimiento previo, a experimentos y procedimientos que no se ajusten a las normas científicas y bioéticas internacionalmente reconocidas. Tampoco a exámenes o procedimientos médicos, excepto cuando se encuentre en peligro su vida. En los casos citados esta en peligro la vida entonces el papel del estado es asumir la defensa de la vida.

Podemos estar hablando de un caso privado, en una clínica de alto costo y prestigio o en un hospital público de los regenteados por el estado y el papel del médico es el mismo, representa al estado en la defensa de la vida, por lo que el caso no es porque sean de una religión determinada.

El papel de las religiones es hacer valer sus fundamentos entre sus adeptos. La del estado es la defensa de la vida.

El papel del estado es defender la vida sin tomar en cuenta el nivel socio económico o religioso de los involucrados.

Analizar estas situaciones particulares es del ámbito de los comités de bioética asistencial de los centros de salud, lo cual esta recomendado en el reglamento hospitalario de nuestro país. Pero no basta con tener los comités sino que estos tengan la formación debida para poder ayudar en la construcción de una cultura bioética en los servicios de salud

 

1 comentario

  1. Miguel, interesantisimos y oportunos tus planteamientos, es tiempo que se hable claramente sobre estos casos que en muchas ocasiones dejan un mal sabor por la falta de defensa de la vida.

Deja una respuesta

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Post comment