La pregunta principal en el acto terapéutico es quien debe decidir. El debate es sobre la toma de decisiones y tiene sentido hacer esa pregunta por que cada vez mas es mas clara y precisa la respuesta.
Considero que esta es una de las primeras preguntas de la bioética a las que hay que responder. De la respuesta dependerá que ubiquemos el punto de partida. O de una posición paternalista, donde el médico y los demás profesionales son los actores principales o del reconocimiento de los principios y valores que reconocen en el paciente al sujeto y al verbo del acto curativo.
El mandato elemental de las profesiones es a la excelencia y ello se fundamenta en la construcción de lo bueno y la búsqueda del mejor beneficio del usuario, o paciente en el caso del área de la salud. Pero no basta con querer lo bueno, sino que el paciente diga su palabra sobre lo que considera bueno.
Es el denominado principio de beneficencia, hacer el bien. Eso ha estado bastante claro en la ética y la moral aplicada. Lo nuevo viene dado por las nuevas situaciones que ya hemos planteado, donde no hay dudas de la necesidad de hacer el bien sino que la duda reside en poder definir qué es lo bueno, qué es el bien y quién debe definirlo..
Hasta ahora ha sido el médico fundamentalmente él que ha aprobado y desaprobado, al que hemos convertido en juez de lo bueno y lo malo y decisor de la vida y la muerte. Apoyado por la ética. Un médico que ha servido de modelo a las otras profesiones e impuesto modas sobre cómo debe ser la relación con sus pacientes y cómo decidir sobre sus procesos, implantando esquemas paternalistas de intervención.
Virgilio definía la medicina como el «arte mudo» y existía la recomendación de no dar muchos detalles a los enfermos sobre su enfermedad porque se entendía que ello podría trastornar el proceso de recuperación. Era la moral que justificaba el paternalismo médico. El médico debía ser como un padre con su hijo, buscaba su mejor beneficio, lo llevaba de la mano y no debía de informarle nada para lograr mejores beneficios.
Era la medicina Hipocrática, de los Griegos, era la respuesta a su momento y al desarrollo de las ciencias médicas.
En la concepción Hipocrática el paternalismo es un objetivo sano y responsable, ya que con ella el médico cumplía con su misión de buscar la excelencia al restablecer la physis o naturaleza.
La misión del profesional se dirige a la excelencia a través de sus acciones que deben de ser «gratificantes» no solo referidas al curar, sino también al cuidar, con la visión de siempre tener que hacer el bien al paciente y mantener una relación paternalista donde el médico es quien decide y ejecuta las acciones tendentes al «bien» independiente de la voluntad del paciente.
Como hemos visto es más que cierto que nos movemos en una perspectiva griega de la medicina , tanto los médicos como los pacientes.
La subyacencia naturalista justifica el paternalismo al entender que los médicos como los monarcas nacieron «por naturaleza», uno para curar y el otro para mandar y si bien es cierto que esa es una explicación histórica, comprendida en su época y contexto no es menos cierto que está desfasada para la actualidad, pero en el fondo llegamos a creeernos que es así y actuamos en consecuencia.
El paternalismo prima en las relaciones entre ambos agentes. El médico que se cree infalible y el paciente que en su rol pasivo no se atreve ni a preguntar al primero sobre sus dolencias, pronóstico o tratamiento. El paciente interpreta al médico como incuestionable y se asume por naturaleza como pasivo.
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