Sexualidad

A la escuela también le corresponde educar en valores, a la familia le cae la responsabilidad mayor. En este trabajo presentamos en especial el papel de la escuela.

El tema de los valores es muy antiguo y ha estado referido a lo que debe ser. Se considera que el primer acercamiento al tema se hizo desde la economía en cuanto estableció el valor económico de las cosas. Los objetos tienen un valor de mercado que se traduce en su precio, en lo que vale. Más tarde se extrapola el concepto relacionándolo a lo que interesa o a lo que se considera algo merecido, lo que debe ser. Así visto el valor pasa por un concepto económico, por el interés o por la aspiración del debe ser.

Mucho ha sido el debate sobre el tema y no solo relacionado con su definición sino también con la manera de percibirlo, de construirlo o descubrirlo y de transmitirlo. Para muchos el valor solo existe cuando se percibe, es decir que si yo no lo veo no existe, mientras otros defenderán la objetividad del mismo. El debate consistió en poder clarificar si el valor existe solo cuando pasa por la percepción (subjetividad)  o si existe independientemente de ello (objetividad).

Una persona puede ver una obra y parecerle bella mientras que a su acompañante le parezca fea (subjetividad).  Otros pueden decir que el lago Enriquillo no es bello porque nunca ha ido hasta  allá y no lo conoce, mientras otros dirán que su belleza está y existe independientemente de que ese otro nunca haya ido y no lo conozca (objetividad).

La verdad es que esta es una realidad que nos hace pensar y descubrimos que unas veces nos inclinamos hacía uno de esos lados, pero a la vez reconocemos que ambos tienen razón, de manera que nos acogeremos a  la idea de que los valores son subjetivos-objetivos. Lo importante es reconocer que hay una persona que estima las situaciones y en base a ello hace una valoración,  pero lo hace cuando la descubre aceptando que existía aunque este lo desconociera.

De esta manera podemos afirmar que el valor existe fuera del  que valora pero que también valoramos desde dentro lo que está fuera, así decimos que tenemos valores cuando podemos afirmar que algo vale independientemente de que lo valorado se halle fuera o dentro de quien valora.

Lo cierto es que para valorar partimos de los hechos, de la realidad en la que nos desenvolvemos y en el caso de los maestros y maestros tenemos como reto entender que los hechos con los que trabajamos están vinculados al acto educativo y su escenario preferencial es la escuela y sus componentes: padres, alumnos y maestros.

La tarea de la escuela será pues  enseñar a aprender, capacitar profundamentalmente colaborar en la construcción de un marco axiológico que vincule el conocimiento y su aplicación a un mundo de valores buenos. Debemos educar en valores pero de manera especial en valores buenos que son los valores morales.

El valor moral debe constituirse en un eje transversal del proceso educativo a través de estrategias que sean viables de forma tal que el valor no se constituya en una imposición sino en un descubrimiento y en una construcción que interactúe de manera dinámica con la realidad transformándola

Qué son los valores?

Dentro de ese mundo fascinante de la axiología o disciplina que se encarga del estudio de los valores también se debate su definición sin embargo hay elementos que sirven de denominador común para afirmar que son cualidades, creencias, normas y principios.

Lotze,una figura clave de la axiología dirá que el valor es lo que  vale. Lo importante es reconocer que los valores de alguna manera orientan el comportamiento hacia lo valorado. Frondisi a su vez insistirá en que los valores  se componen a su vez de dos polos uno que lo afirma y otro que lo contradice. El valor es bipolar y como tal está compuesto por dos polos contrarios al que llamará positivo y negativo para diferenciar la afirmación de la negación. Si existe la justicia como polo positivo es porque existe la injusticia como polo negativo y en la medida en que los reconozco a ambos y los contextualizó en la realidad, en el medio en que nos desenvolvemos, en la medida en que soy capaz de reconocerlos a ambos en los hechos tengo el compromiso de obrar en función de lo justo, de intervenir para hacer que prevalezca la justicia. Reconocer la bipolaridad del valor lo presenta como tarea y la responsabilidad es de construir, de trabajar, por la instauración del polo positivo. Se logra así romper la indiferencia.

Si valor es lo que vale y si tiene dos polos que se expresan podemos decir que los valores implican de manera intrínseca un compromiso por  valorar de una manera determinada, o nos orientamos  hacia el lado positivo   o hacia el negativo pro no podemos ser indiferentes.

La escuela deberá reconocer la importancia de servir de medio por excelencia para la construcción de valores positivos

Plantear esta responsabilidad no quiere decir que estamos negando  que la escuela siempre ha sido una transmisora de valores sino afirmar que esa es su tarea primordial pero que debe de involucrarse en la búsqueda de metodologías que sean justamente capaces no de transmitir los valores que los maestros consideran buenos sino de construirlos junto a sus estudiantes, de construir el polo positivo con garantía de permanencia.

Los estudiantes de hoy son los profesionales de mañana, en sus manos estará la conducción de la cosa pública y privada y si solo hemos sido capaces de dotarles de herramientas científicas podrán ser excelentes técnicos pero no tendremos de igual modo la seguridad de que la desarrollarán fundamentados en un humanismo capaz de reconocer al otro como su semejante. Por eso urge que la escuela asuma el papel de orientador en la construcción y descubrimiento del componente positivo del valor.

Si valor es lo que vale corremos el riesgo de que las personas empiecen a valorar el componente negativo creando éticas individuales que solo respondan al beneficio personal que se instrumenta desmeritando el beneficio colectivo o el del otro o los otros. Cuando tenemos por valor el polo negativo tenemos el peligro de crear actitudes que favorezcan la  conversión del anti-valor como norma. Se requiere que nos planteemos desde la escuela las metodología apropiadas para lograr que el polo positivo se construya, se reconozcan el negativo como opuesto rompamos la indiferencia generando intervenciones buenas sobre la realidad.

La tarea de la escuela en el ámbito de los valores

La escuela tiene por misión educar en valores pero como tarea le corresponde  educar para la captación o aprehensión de valores positivos. Este polo es el que representa  la moralidad del valor. Es el valor moral.

Si existe la honestidad, la lealtad, la responsabilidad es porque en nuestra sociedad existen personas que los han asumido como valores pero en el mismo medio hay  otros que son deshonesto en el desempeño de su vid, ileales e irresponsables. A la escuela le corresponde contextualizar los valores para que no queden como figuras ideales o imaginables sino omo concreciones de la vida cotidiana.

De esta manera objetiva se podrá trabajar desde la escuela para que  su accionar reconozca que la construcción del polo positivo es la construcción de lo bueno que en última instancia es la responsabilidad axiológica de la escuela, la de formar en valores morales.

Cada valor formado se expresa en actitudes, que no  son otra cosas que respuestas de acción aprendidas,  predeterminadas que nos orientan positiva o negativamente hacía los hechos. Actúo de tal o cual manera ante una situación porque tengo actitudes conformadas que a su vez responden a los valores que he construido o descubierto o valorado.

Los valores pasan por los hechos pero no todos los hechos pasan por los valores. Las estrategias de formación de valores  tendrán entonces que partir de la realidad que nos  ofrece el medio y a la escuela le corresponde apreciarlos para obtener participaciones y decisiones en  que los estudiantes se involucren de una manera axiológica haciendo propuestas o tomando posiciones que sean  morales.

Este es un compromiso de carácter social, es una responsabilidad fuerte de la escuela con la sociedad. Tiene además que ser comprendida, valorada y apoyada por  la familia que es  un segundo espacio preferencial de la construcción de valores morales. La tarea de la escuela es intentar que se forme el valor y solo cuando logremos hacer coincidir lo que estamos tratando con lo que estamos logrando diremos que hemos construido el valor moral.

Los valores no son para guardarlos son para ponerlos en acción porque es la única manera de hacer un aporte sustancial a la sociedad que mejore cualitativamente su desarrollo. La tarea no es solo de formar buena  gente sino también gente buena. Conocedores de la técnica con una  base moral que les lleve a un ejercicio responsable.

Es un compromiso con la sociedad y con sus hombres, mujeres e instituciones. La escuela no puede acomodarse  a la  idea de que su papel es tecnológico es una misión formadora de valores sobre la que se soporta el conocimiento.

Tendrá que formar sobre valores patrios, estéticos, afectivos , religiosos, cívicos, sociales pero la plataforma de todos tiene que descansar en la premisa de la moralidad, entendida esta como el componente positivo de su bipolaridad.

Hechos, actitudes y valores

Para llegar a la formación en valores morales debemos clarificarnos en la estrecha relación que existe entre hechos, actitudes y valores.

Los valores tienen unas profundas raíces culturales. La sociedad norma y reconocer lo que son sus valores positivos o morales  y los propone como buenos. Para ello parte de identificarlos en el medio. Hay gentes buenas, hay funcionarios honrados, hay amigos leales, hay personas responsables, los ubica, dice dónde están y quiénes son, pero igual hace con los que son todo lo contrario y a los que al incumplir esos valores producen daños los lleva a una instancia creada por la  sociedad que es la justicia y los castiga. La sociedad valora lo bueno y rechaza lo malo. La escuela educa para el cumplimiento de esas normas haciendo que sus estudiantes se formen para la vida buena.

Los hechos son los componentes de la realidad, lo que pasa cada día. El estudiante que estudia y aprueba el que no lo hace, el que se copia en el examen, el que llega tarde y el que llega puntual, el que se comporta de una manera en la escuela y de otra en la calle, esos son hechos  y cada quien actúa , participa en los hechos según los valores que trae de su casa y/o de su escuelas. Su actuar se expresa en actitudes. Yo soy así, yo reacciono así ante tal evento y eso ocurre porque tengo valores que aprendí.

Es una carretera de doble vía, actúo así, expreso estas actitudes porque tengo estos valores, podría ser un ejemplo que diga actúo mal con mi compañeros, tengo una actitud de rechazo porque forme el polo negativo sobre la amistad. Puede haberlo formado porque tuve en los hechos malas experiencias de interacción con otros, porque me trataron mal, porque me golpearon. Ello no quiere decir que eso es inalterable, que ya no se puede cambiar. Todo lo contrario, se abren espacios para poder trabajar a partir de los hechos para modificar las actitudes y reformar los valores aprendidos fundamentándose en la construcción de nuevos valores

La responsabilidad de la escuela será identificar qué es lo que sus estudiantes valoran como bueno aunque sea el polo negativo, aunque choque con mi valoración aunque sea opuesto a la valoración moral porque será la única forma de poder hacer intervenciones dirigidas a la construcción del valor moral a través de trabajar las actitudes  a partir de los hechos.

Es la manera de incidir en los dos carriles de la  vía. Tienes valores y actitudes negativas que te hacen actuar de tal manera. El otro carril es si trabajo tus actitudes puedes descubrir para afirmar o negar el lado positivo de la valoración.

Hechos, actitudes y valores son los tres componentes a trabajar con nuevas metodologías  que reconozcan el valor como todo lo que vale pero que identifiquen la tarea educativa con el valor moral.

La  metodología para trabajar valores.

Existiendo la relación que señalamos entre la realidad o los hechos y la forma en que nos manifestamos a través de las actitudes debemos reconocer que el método discursivo que se fundamenta en las charlas, los consejos y las orientaciones dirigidas hacia el buen comportamiento no siempre resulta eficaz para modificar el complejo mundo de los valores que a su vez sustentan a las actitudes.

Es necesario que identifiquemos primero que es lo que los estudiantes valoran y para ello debemos buscar estrategias que permitan hacerlo. Necesitamos conocer sus actitudes hacia determinados hechos. Si estuviéramos hablando  sobre la violencia intrafamiliar necesitamos saber si valoran estos hechos como buenos o malos, si sus actitudes favorecen o niegan el que el padre tenga derecho a golpear a los miembros de su familia y la mejor manera de hacerlo es a través de dinámicas que permitan conocer esa esfera privada de su valoración.

Tradicionalmente hemos partido de manera inversa. Hemos moralizado el valor cuando llegamos al aula a dar conferencias o moralizamos a través de la consejería o reflexiones orientadas hacía el respeto a la familia. La igualdad entre los padres,  la armonía entre todos los miembros de la familia. El que está pasando por una situación opuesta a lo predicado y además aprendió sino como bueno como normal estos hechos no será permeado por el discurso.

Ese discurso trae implícito la carga valorativa del sistema axiológico del que lo plantea y probablemente no tendrá la misma repercusión en la esfera de las actitudes en todos sus estudiantes. Tampoco tendrá la permanencia como actitud positiva ni como valor sustentante. Hace falta que las estrategias se dirijan hacia el logro de revisión de actitudes, formación de valores, garantía de su permanencia y la asunción del método como parte de la vida de los sujetos para revisar y reordenar su mundo de valores.

La metodología tendrá que  permitir el que los estudiantes y los propios profesores cuestionen sus sistemas de valores a partir de la revisión de sus actitudes. Procesos progresivos y no momentos puntuales serán los responsables de que estos se articulen y ello tendrá que ser utilizando medios que sean capaces de convertir a los hechos repetidos en hábitos.

Los hábitos de revisión de actitudes a su vez tienen que convertirse en medios para que los valores se reorganicen, se reestructuren, se revaloricen y se orienten al lado positivo haciéndose morales.


Foto por Kars4Kids Car Donation & Educational Programs / Attribution License

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