Estamos hablando de educación sexual porque es un tema que no pasa de moda, que en cada cierto tiempo hace burbujas en la superficie, porque pasan las generaciones y quienes ayer eran hijos hoy son padres, los antes alumnos hoy son maestros y la sociedad nuestra sigue sin ponerse de acuerdo.
Si los que ayer eran hijos y alumnos no recibieron una educación sexual adecuada o si entienden que con la que recibieron les ha ido bien, intentaran volver a esas fuentes y se perpetuara el ciclo de ignorancia, de prejuicios, de tabúes o de sacralizar la sociedad que esta llamada a ser secular. Asi se sigue imponiendo una única visión, pues si todos coincidimos en que la educación sexual debe estar basada en valores no es menos cierto que no habremos consensuado cuales debían ser los valores mínimos a compartir.
De no darse ese dialogo es obvio que se repetirán los valores que est
én centrados en las esferas del poder que deciden cuales valores nos convienen a todos y los que se aparten de estos serán considerados como anormales, aberrantes, indeseados y la noria seguirá dando sus mismas vueltas.
En tiempo de campaña política será una bandera importante para los que pregonan por mantener o rescatar lo que era y el otro bando por avanzar hacia extremos insospechados para una sociedad parcialmente recatada, asilada en una moral de máximos casi convertidos en mínimos por la fuerza.
Las sociedades han cambiado su forma de pensar y creer, el siglo 16 encendió luces a la imaginación y logro imponer el principio de la tolerancia que acarreo como derecho la libertad de conciencia. Esto no quiere decir que la educación sexual debe dar paso a todo lo nuevo que concierne a otra forma de pensar, dio paso a que las ideas sean discutidas, se generen modelos diferentes pero se respete el derecho a creer de los que lo hacen de una u otra forma.
Es el paso del monismo al pluralismo axiológico, respetando que las ideas y modelos que surjan tengan validez, sean respetados y aceptados, por los adeptos a esas nuevas formas de pensamiento, pero mientras cada cual “jala por un canto de la sabana” no hay salida sino imposición. Estas imposiciones son muy peligrosas, pues hoy están en una esquina pero mañana podrán estar en la otra, y si es mala una la otra no lo es menos.
Diría mi profesor que nos podemos mover del desenfreno a la abstinencia y lo que hace falta es la phronesis que reside en el punto medio de las cosas.
Educar la sexualidad es educar en valores, es construir una educación basada en la moral, pero cuales valores y cual moral. La ética es una, las morales son muchas, ojo, no las inmoralidades, las morales, aquellas que igual buscan el bien pero la procuran de forma distinta y desde distintas esquinas que en la mayoría de los casos difieren de las otras propuestas y entre todas requieren de respeto, de debate, de rechazo argumentado y de esta confrontación surgen luces que permiten a los adeptos optar con mayor fortaleza de fundamentación.
Lamentablemente el deontologismo duro se impone a la fuerza con las fuerzas que le apoyan y no permiten el dialogo que proclaman para la educación sexual sino que imponen sus propias reglas como absolutas y en la cual no caben excepciones. Así no.
José de la Luz y Caballero, afirmaba en Cuba que “instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo” dotando de sabiduría la tarea del educador pero también de valores que debe vivir para poder transmitir y en el caso de la educación sexual es más que eso, pues es obvio que hay mas pareceres y mas comportamientos disimiles que implican conversar para poder establecer mínimos decentes, valores mínimos compartidos en una sociedad plural y cada vez mas diversa
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