Siempre se supo de la finitud de la vida, pero sin dudas todos pensamos será en una determinada y avanzada edad y condiciones . En la medida en que nos acercamos a ella corremos los limites y acomodamos su proyección.
Pero la practica nos recuerda que la vida termina cuando acaba
No tiene que ver con edad aunque seamos mas vulnerables los de mayor edad.
Pero termina sin avisar dejando constancia de la fragilidad de la vida.
Un virus microscópico ha puesto de rodillas al universo pero en especial ha hecho que se confronte el tema del final de la vida con el reconocimiento de la fragilidad de la vida.
La vida es frágil, la pendiente resbaladiza nos colocó de repente frente a esa experiencia y nos demuestra lo volátil que es.
Hay que hacer conciencia de ello para poder lograr una verdadera conversión hacia el reconocimiento del otro.
Dice mi amigo bioeticista Juan Camilo Salas que si el otro no existiera la ética no hiciera falta.