Porque ya en otras latitudes donde la situación se ha complicado han sucedido respuestas puntuales, es decir según se presentan.
En otros casos se han buscado distintas fundamentaciones éticas.
Unos privilegian argumentos Rawlsianos de justicia, donde la asignación de los recursos así como las cargas sean repartidas de manera equitativa evitando discriminaciones
Otros piensan que debe tomarse en cuenta el valor social del afectado y ahí decidir si se le asigna intervenciones extremas para casos graves
Si seguimos perdiendo el tiempo prevalecerán criterios individuales.
Propongo que si el estado no asume la iniciativa lo hagan las sociedades especializadas vinculadas, emergenciólogos, intensivistas, bioeticistas, quienes produzcan una guía de atención clínica lo más moral posible.
Por demás que tengan un criterio que no discrimine, que no defina valor social de la persona y que la recuperabilidad sea la norma, pero también el respeto a la dignidad de cada persona.
La utilidad social, las edades extremas podrán ser razones a valorar en casos determinados donde haya que tomar decisiones con la precariedad de recursos de por medio. El valor social no, porque acepta que hay personas con distinto valor social que otros, eso es inaceptable.
Lo que no puede ser criterio absoluto son los ya mencionados porque de antemano implican discriminación e irrespeto a los derechos humanos de cada persona involucrada.
Debemos crear una guía clínica impregnada del espíritu ético que demandan estos tiempos de tormenta.

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