La Bioética como disciplina permite la contrastación de los valores con las realidades clínicas que se nos presentan, facilitando que la toma de decisiones sean morales.
Un mundo de valores que es fruto de nuestra educación, de nuestra historia de socialización, donde nacimos, donde y con quienes nos criamos, en que se creía y que nos enseñaron.
Todos los seres humanos tenemos valores, formas diferentes de creer. Esto es importante porque cuando enfermamos somos personas con alteraciones biológicas pero con un mundo de creencias intactos, que llamamos valores, y que son los que determinan en última instancia, que interpretación tenemos de la enfermedad que cursamos, que aceptamos que se nos haga o que rechazamos como intervención médica, en virtud de nuestras creencias. Estos valores generan incertidumbres de tipo moral al médico tratante.
El profesional sabe clínicamente lo que tiene que hacer pero éticamente tiene en frente la incertidumbre moral.
Ahí entra la bioética en el reclamo del cumplimiento de estos valores entendidos como derechos, tanto que las normativas legales las protegen como tal. La ley general de salud (41-02) de nuestro país en su artículo IV que habla de los derechos y deberes en relación a salud, sección I afirma:
“Art. 28. Todas las personas tienen los siguientes derechos en relación a la salud: A. El respeto a su personalidad, dignidad humana e intimidad, y a no ser discriminada por razones de etnia, edad, religión, condición social, política, sexo, estado legal, situación económica, limitaciones físicas, intelectuales, sensoriales o cualquier otra”.
No discriminar por creencias religiosas, o sea por un mundo de valores dado por la forma de creer, es legal además de moral.
Para la Bioética su mundo es el de los valores y los principios en un contexto de hechos y realidades de incertidumbres clínicas, donde el profesional de la salud puede tener certezas técnicas para intervenir pero grandes dudas de carácter moral para decidir acorde a los valores y creencias de los pacientes.
Su método se escapa del rigorismo deontológico del deber o del valor predeterminado y sin tener contenidos propios recorre distintos modelos éticos haciendo un anclaje importante en la Ética de la Responsabilidad y las éticas del discurso o dialógicas, mediante el abordaje deliberativo. Es un paso importante de las éticas de la decisión a las de la deliberación..
Sitúa de manera categórica al usuario o paciente como eje central en la toma de decisiones en cuanto asume a este como propietario y gerente de su cuerpo y la relación profesional como una interacción diádica de autonomía (representada por el paciente) y de beneficencia (enarbolada por el médico).
Es una ética aplicada que reniega del paternalismo benefíciente a ultranza, donde el profesional es el dueño de la palabra y la decisión para tratar al paciente como sujeto con dignidad y valores que debe ser respetado.
El consentimiento informado surge en ese contexto como espacio virtual entre la Autonomía y la Beneficencia, para que los pacientes sean tomados en cuenta en la toma de las decisiones.
El desarrollo de la ciencia y la tecnología han servido de abono a esta disciplina al preguntarse ante estos avances «si es ético hacer todo lo técnicamente posible» y de inmediato da razones y argumentos para establecer límites morales que entren en conflicto con los principios que rigen la moralidad de las personas y sus derechos a vivir con calidad y morir con dignidad
Asume la vida como proceso que debe ser vivido con calidad y respeto (es el tema de la santidad de la vida, la muerte como proceso que tiene que ser acompañado de manera digna (es el tema de la muerte digna, la dignidad del cadáver).
Como disciplina subsiste entre la ignorancia y el desconocimiento de los profesionales de la salud y la convicción histórica de que lo estamos haciendo bien, por lo que se requiere darla a conocer y aplicarla en el mundo de las profesiones sanitarias. Como vemos no es exclusiva de los médicos sino de la vida, es secular, no tiene propuestas propias sino más bien normas, valores y principios que sirven de fundamento a su método de intervención en la búsqueda de los mejores beneficios del paciente.
La bioética actúa sobre hechos, analiza los valores que están comprometidos para por vía de la deliberación hacer sugerencias morales, para colaborar con los llamados a tomar decisiones.
Los hechos en el área médica son clínicos, se concretizan en la historia clínica, que recoge los datos médicos pero también el contexto axiológico del paciente para que las decisiones estén acordes con la moral. Su contenido incluye los datos de la enfermedad pero también los datos de sus creencias, su contexto social y familiar, aunque con esos datos no se hace nada, pero son sobre la persona en cuestión, tienen datos que agrega el médico o los médicos que por allí pasan.
Uno de los primeros problemas éticos es poder clarificar quien es el dueño de la historia clínica y la bioética se apropia del debate, ya que hay varios actores que intervienen: el enfermo, su familia, el personal de salud en especial el médico. Tan preocupante es el caso que se complico de manera pública cuando al demoler el Hospital Dr. Luis E. Aybar, en Santo Domigo, se publico que la misma máquina que destruía dicha sede demolía las historias clínicas allí archivadas. Ellas correspondían a personas con datos personales, valores y situaciones clínicas.
Ante este nuevo reto nos acercamos ahora a reflexionar al respecto.