BioéticaTiene dignidad el cadaver

El tema de la dignidad del cadáver no es fácil de abordar porque la respuesta no puede darse en un sí o un no. Entran muchas variables a discutir en este tema, dado que hay muchas implicaciones de distintas índoles.

Cuando vemos que ocurre una desgracia ambiental con muertos en gran cantidad, cuando se producen guerras, asaltos y nos conmueven las escenas de  la televisión con el manejo de los cadáveres nos surgen muchas preguntas.

Entre la ignorancia profesional sobre el manejo de crisis que involucre cantidades de cadáveres, los rumores de epidemias y los temores reales e irreales se desliza un manejo al que la televisión ya nos tiene acostumbrados: fosas comunes, amontonamiento de cadáveres uno sobre el otro, traslado como objetos en vehículos abiertos, palas mecánicas, entre otras.

Cada cadáver antes fue una persona con historia, con biografía, con familia que en cuestiones de segundos dejo de verlos activos, los vio pasar de activos a inertes y entre el dolor y la incomprensión del fenómeno los ven convertirse en propiedad pública que necesita deshacerse de esos cuerpos de la manera más rápida y esto implica violar hasta procedimientos de identificación, de sepultura digna.

Hay un serio debate en el campo bioético cuando nos preguntamos cuando empieza la vida, la dignidad, el ser en potencia. Esto aun no tiene solución porque se mueve en una pendiente resbaladiza donde las creencias  y la ciencia tienen argumentos sólidos pero no universales. Sin embargo ante la muerte no hablamos de potencia sino de evidencia de alguien que vivió, que dejo a medio hacer una tarea porque le sorprendió la catástrofe, porque a diferencia del embrión es alguien conocido, con historia, biografía y dolientes inmersos en el mundo de lo incomprensible.

Han sido seres con dignidad de vida que requieren dignidad ante la muerte. Ya fueron personas.  Apelemos al sentimiento moral. Hagámoslo familia imaginaria de uno esos difuntos, pongámosle el rostro de uno de nuestros seres queridos y veámoslos arrastrados a fosas comunes o entre palas mecánicas o en otras situaciones similares. Es más fácil entender que el cadáver tiene una dignidad a la que ahora no puede apelar, nos toca a nosotros reivindicarla.

Hay que reivindicarla no solo en Haití cuando su terremoto, no solo en catástrofes sino también cuando vemos por televisión cuando los llevan en un motor, en una camioneta, arrastrados por el asfalto “porque ya no sienten”. Es un tema a incluir en nuestra educación, sobre todo medica, en nuestras escuelas de medicina, hospitales, en la sociedad.

La epidemiología y la salud pública como disciplina tienen muy claro el cómo hacer esos manejos y procedimientos no así lo tienen de claro algunos “salubristas”. En el fondo el debate es sobre dignidad.

Para Kant las cosas valen y las personas tienen dignidad, o sea que nos ensena que es algo distintivo, como la personalidad, la identidad. Ya antes hemos hablado de la historia clínica, quien es el dueño? defendiendo que el contenido de la misma pertenece al paciente porque es dueño del cuerpo y en este caso con mas razón, solo que el paciente falleció pero su cuerpo esta ahí. Allí afirmamos “Esto se basa entre otras razones en el fundamento de que si el paciente es el dueño del cuerpo la historia como resultado directo y como consecuencia es propiedad del paciente”.

Las posturas de Kant y Hume son importantes de mencionar, el primero afirma que en la medida en que los hombres son sujetos raciones y libres poseen dignidad, dejando entonces abierta la negativa para animales y plantas, que son sintientes pero carecen de razón y libertad, por tanto pasa algo peor en el cadáver porque en estos no hay capacidad de sentir y razonar y nos preguntamos en base a este si ello justifica que sea mal tratado como antes hemos señalado.

Si estos fundamentos fueran validos, tendríamos como argumento alternativo el respeto como valor ante lo que fue, ya hemos dicho, un ser con historia, familia y biografía  que merece respeto, que es el equivalente al trato digno, sino se quisiera aceptar la  dignidad pos morten.

Ponerse en los zapatos de los familiares, en la piel de los afectivamente ligados, el sentimiento moral de que habla Hume que critica a la razón como única fuente.

Este reto involucra el dama diario, las morgues de los hospitales y clínicas, demanda a las universidades reflexionar sobre el tema con sus prácticas de anatomía y el respeto que debe exigirse.


Foto por Kamil Antosiewicz Monika Powalisz / Attribution License

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